domingo, 13 de diciembre de 2009

Desde la ficción que nace de una realidad

Desde que asumí la dirección de esta revista había algo que no me dejaba descansar. Intenté no hacerle caso, como una espina de pescado incrustada con la que puedes seguir comiendo. Sé que si lo sigo ignorando pronto no podré ver a mis hijos a los ojos.
Todos los días recibimos un bombardeo de imágenes que nos impactan más allá de nuestra comprensión, la mayoría de ellas tiene poco o nada que ver con la realidad que vivimos en este país. Poco a poco nos hacemos más inseguros, más débiles, menos informados y más infelices. Bolivar dijo que la imprenta es la artillería del pensamiento: cada vez que distorsionamos la realidad en nuestras páginas estamos disparando esas balas contra nosotros mismos. [...] Descubrimos que en esta era de la sistematización de las relaciones, el sentimiento no ha muerto. Intentaremos pues, retratar a la gente como realmente es, intentaremos ser un espejo de la naturaleza. Intentaremos ser incluyentes, respetuosos y propositivos porque al final, sólo está el intento, lo demás... No es asunto nuestro.

Esta es la segunda entrada de elpezporlabocamuere, la cual inicia con la carta de un editor creado para una revista que existe sólamente en la ficción, pero que eleva su pensamiento como quisiera que muchos editores, personas que se encuentran en la realidad de la creación de los contenidos en los medios, lo hicieran, desde adentro y proyectándolo hacia los millones de ojos y oídos, todos los sentidos de la gente que comparten este presente, siempre con valentía y entrega más allá del compromiso.

domingo, 6 de diciembre de 2009

introducción

"En México, donde una sola empresa de televisión acapara el 70 por ciento de la audiencia, la expresión cinematográfica reviste, además de la económica, una tremenda responsabilidad social. El cine es hoy uno de los pocos espacios de cultura masiva que no están sometidos al control monopólico de la televisión; uno de los pocos espacios de expresión social y artística de una sociedad que todos los días ve amenazada la pluralidad de sus opiniones y la diversidad de sus expresiones culturales. En todo el mundo la lucha por garantizar la diversidad cultural es encarnizada, aquí, en nuestro país, es además precaria: la insensibilidad del gobierno, de las autoridades hacendarias y de las televisoras, provoca un genocidio cultural que mantiene inerme a nuestro público frente al avasallante poder mercadológico y empresarial de la cinematografía estadounidense y otras marcas de renombre. Las reglas del libre mercado lo único que han garantizado en este caso es la libertad del pez grande para comerse al chico. Vivimos en momentos decisivos y nuestra sobrevivencia no depende solamente de la generación de riqueza económica [...] los beneficios del comercio son inútiles si no van de la mano con el desarrollo educativo y cultural que garantice una convivencia social basada en valores democráticos, de justicia, tolerancia y respeto por el otro. Por ejemplo, en México, país de impunidad y monopolio son notorios los estragos que han causado las políticas de gobierno que sólo favorecen el negocio privado y que a cambio bloquean el fortalecimiento de la moral pública, el desarrollo de proyectos educativos y el acceso a la cultura. La desintegración social, la delincuencia organizada, el auge del narcotráfico y la corrupción policíaca, son síntomas de nuestra crisis moral, educativa y cultural. Hoy genera más perspectivas de desarrollo humano el crimen organizado que una carrera universitaria o artística. El acceso a la educación y a la cultura en toda su diversidad, son fundamentales para revertir esta crisis, son fundamentales en la formación de sujetos libres, tolerantes, respetuosos del otro; son esenciales en el desarrollo de ciudadanos verdaderamente informados y con capacidad propia para decidir y discernir".


Este discurso, pronunciado por el actor Daniel Giménez Cacho durante la entrega del reconocimiento Luis Buñuel, nos sirve como pretexto para abrir este espacio, con nuestra libertad de expresión y la de ustedes.